Convencida sin lugar a
dudas
es conspiración ferviente
que toca picos de montes
jugando entre ellos.
Que cimbra de gozo
espumantes campanas
haciéndolas reverberar
con desigual irreverencia.
Que mece copas de árboles
entre sus lupinas fauces
de blancas espumas
y abre en líricos
riachuelos
las corolas iridiscentes
de las amanecidas flores.
Somos nosotros tú y yo
ese extraño fenómeno
de ilógica ecuación
y empíricas fábulas.
Un caso aparte del tiempo
en su ardua historia,
un balbuceante brillo insólito
de otra albacea crepuscular.
Otro serpenteo entre las
sábanas
el surcar de nuestras piernas
con movimientos lúdicos
desbordando en lleno
ambivalentes luces
con su idioma propio.
Otrera diosa muy distinta
de la otrora báscula amazónica
y otra cripta de enviciado
entierro
que los dos buscamos con
fervor
para el entregado suicidio
juntos muy adentro
tú el mío yo el tuyo.
Y me pregunto…
¿qué era de extrañar?
Si hemos convergido
al momento exacto
ni uno más
ni uno menos
en indescifrable
coincidencia.
Dora Elia.
23 de Agosto 2017.
EE.UU.
Derechos reservados de
autor.
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