ALAS CAUTIVAS

Que las bóvedas celestes
de mis recónditos rincones
vibren al recordarte es inevitable
porque te infiltraste en mi alma
dejando huellas
como cautín al rojo vivo
en mi sangre y en mi piel.

Y como afanado orfebre
en tarea de crear hermosura
sujetaste mi mente a ti
para que no piense en nadie más
cortaste mis alas
que no pueda
volar en otros cielos
soldaste mis huesos a los tuyos
que sólo por ti articulara

y limaste los vestigios
que hubieran dejado otros amores
en las planillas de mi carne.

En los ovoides tálamos
de mi cerebro te clavaste
con precisión
construyendo en ellos
un lecho irrevocable.

Duermes a toda hora
plácidamente
en la mullida cama gris
de mi materia
y por más que intento
no te logro despertar
para que empaques
y te marches
para siempre ya de aquí.

Dora Elia.
2013.
EE.UU.
Derechos reservados de autor.


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