Me adentré en el rio…
me miró a los ojos
sin emoción alguna
impávido de mi presencia
exento de sentir.
Mojó mi todo.
Inmersa en sus bazos
camine leve en su orilla...
cauce de fuego.
Me hirieron los pies
las piedras acostadas
en su lecho...
bellas durmientes
sin oficio alguno
que dolerle a alguien.
Y leí sus secretos.
Unos de miedo.
De cuerpos incautos.
De luchas perdidas contra él
-contra todo al fin-
verdugo sin guillotina.
Otros...
de tanta pasión
traspasando mis sentidos.
De prohibidos amores.
Cuerpos desbordados en uno.
Y me contagiaron.
Se incrustaron en mis venas
con ardor de verano.
Y vivi sus orgasmos de sal...
entrelazados
con las aguas dulces del rio
volando corriente abajo.
Alla...
abrevadero del sediento.
Dora Elia.
17 de enero 2014.
EEUU.
Derechos reservados de autor.
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