Te espero en la cañada
a la hora de la tarde
al ir los rayos del sol
entrando en el crepúsculo.
Te esperaré vestida
en el traje de mi piel
sin atavíos que estorben
ni cordura alguna.
Estaré en las aguas
que de la montaña bajan
abrigando los deseos
de mi cuerpo por el tuyo.
Jugará la corriente
lamiéndome toda
provocándome a golpe
delirantes orgasmos.
Se mecerá entre mis muslos
mientras llegas tú
apasionado a entretener
mis más caras fantasías.
Estaré impaciente
jugando en la cañada
mientras llegas brioso
para bebernos juntos.
Dora Elia.
14 de Enero 2015.
EE.UU.
Derechos reservados de autor.
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